Datos personales

Concepción, Chile
Tengo 71años, jubilado hace 6 años,pertenezco a dos conjuntos folclóricos de la tercera edad, separado y en una relación seria reciente, 6 hijos, 6 nietos, 1 bisnieto.

Soy un Ingeniero Civil Metalúrgico de 70 años, amante de la Teosofia con algunas experiencias metafísicas.

martes, 12 de junio de 2007

TRAS EL UMBRAL (Testimonio desde el más allá)

TRAS EL UMBRAL (Testimonio desde el más allá)

Ese día, toda la junta médica, unánimemente después del reconocimiento al cual habían sometido a mi organismo físico, decretaron que yo iba a una franca mejoría y pronto comenzaría la convalecencia para mí.
El día, iluminado en ese momento por el sol, ahuyentaba las nubes, que muy temprano esa mañana habían presenciado los habitantes del simpático Puerto de Valparaíso. Las nubes oscuras que hacían ver al día de un color gris opaco se habían disipado.
Ese día 14 de Agosto era el símbolo de mi vida que luchaba por afianzarse y triunfar ante las nubes que, en forma de complicaciones, anunciaban la proximidad de la muerte. Pero mi organismo había reaccionado satisfactoriamente ante la opinión médica, optimismo que contagiaba a mis familiares y amigos.
Sólo yo, intuitivamente presentía que esos eran los últimos resplandores de mi vida que se apagaba como una bujía carente de combustible. Mi alma presentía que se aproximaba el término de mi vida terrenal y que sería llamado a rendir cuentas ante el tribunal supremo.
En mi angustia interna volví mis ojos a la religión católica a la que había pertenecido desde que tenía uso de razón. Habiendo sido educado en el Colegio de Los Padres Franceses, deseé confesarme con mi mismo profesor y director espiritual que me había guiado en la época escolar y éste escuchó mis cuitas. Y así fue. Llamado a pedido mío a mi lecho de enfermo, me dio los últimos sacramentos. Con una gran congoja por los remordimientos de mi conciencia, yo llamaba a la que por prejuicios y convencionalismos pasionales había alejado de mi lado.Llamaba a la que no había dejado de amar, puesto que un gran amor nos había unido.
Quería reparar el daño causado a su corazón, antes de partir en el gran viaje, pues al irme quedaba desamparada y expuesta su alma a tantos peligros y sentía no poder asegurarle un porvenir sin zozobras.
Con dolor vi llegar la muerte sin ver cumplidos mis deseos, pues el egoísmo de los míos frustró mis más caros anhelos..Mientras los médicos, llamados apresuradamente ante el repentino cambio del mi estado de salud, batallaban por recuperar las fuerzas vitales de mi organismo, que se había agravado repentinamente por algunas complicaciones, mi alma recorría todos los acontecimientos de mi breve vida, pues contaba con 29 años cumplidos.
Desfilaban ante mi vista espiritual todos los paisajes de mi juventud, adolescencia, niñez e infancia, llegando hasta el estado prenatal en que a mi espíritu le fue ordenado venir a la tierra a una experiencia más para ganar en adelanto espiritual. Todos los acontecimientos fueron pasando ante mí como una película que se devuelve, desde el instante en que mi cuerpo se debatía en el estado de coma, y así retrocediendo sin que se escaparan los más minuciosos detalles que yo había olvidado y que fueron saliendo uno a uno del arcón de la memoria. Retrocediendo, llegué a verme como un infante en los brazos amorosos de mi santa madre, luego, retrocediendo aún más me ví como una célula en embrión transformándose en feto humano, y en ese instante vi flotar mi alma alrededor de esa masa informe que más adelante, con el proceso de metamorfosis, sería mi cuerpo. Y seguí retrocediendo y siguieron pasando ante mi vista muchas escenas de pasadas épocas que a veces creí verlas o presentirlas como vividas por mí y que ahora se aclaraban en recuerdos, pues pertenecían a mi mismo, o sea a mi yo espiritual que era quien había vivido en distintas edades y diferentes cuerpos y sexos todas estas experiencias en la tierra. Me preguntaba por qué mi alma no las había recordado para que en algunas oportunidades me hubiesen iluminado para aprovechar mejor las experiencias vividas en la tierra y así haber crecido más.
Comprendía ampliamente las leyes de la evolución y con ellas la amorosa Paternidad Divina que en la Justa Ley de la Reencarnación nos da la oportunidad de cancelar las deudas anteriores. Así, ganando en las experiencias que el maestro dolor pondrá en las pruebas de cada destino en el aspecto que tenemos que adelantar, nos da la oportunidad de arrepentirnos de nuestros errores pasados y venciéndonos en nuestros defectos y pasiones animales crecer internamente y alcanzar a medida de nuestro propio esfuerzo el estado divino de pureza y perfección espiritual.
Y así, imperceptiblemente fueron apagándose poco a poco el funcionamiento de los sentidos que me conectaban con el mundo físico y abriéndose los mismos sentidos pero en su parte psíquica para el plano o mundo en el cual iba a morar.
Y así debatiéndose mi alma en el dolor y arrepentimiento pasé de un mundo a otro. Eran las tres de la madrugada del día 15 de Agosto de 1930.
Brevemente pase por un estado de somnolencia espiritual y luego, sintiéndome vibrante de vida, pues aunque me veía el mismo, ya no tenía la opresión de mi cuerpo físico, con sus dolencias y enfermedades, pues flotaba y me era más fácil moverme.
Con curiosidad y a la vez extrañeza de mi parte veía el dolor de los que me rodeaban el cuerpo que yo había abandonado, porque no comprendía que lloraran ante unos despojos que yo había dejado y que ya no me servían. Ahora me sentía más libre, no me aquejaban las dolencias de momentos antes. Quise hablarles para hacerles saber mi recuperación, como yo le llamaba a mi nuevo estado, pero con gran estupefacción de mi parte vi que ni siquiera reparaban en mi presencia.
Un poco molesto por su dolor, sin razón para m í, los quise remecer, tocarlos para que me vieran bueno y sano y esa fue mi primera lección que recibí en mi nuevo estado. Mi mano pasaba a través de ellos sin rozarlos, pues era transparente y de una materia más sutil. Luego me miré y comprendí que era el mismo que estaba tendido en el lecho. Lo que nos diferenciaba era que la expresión del otro no tenía ninguna manifestación de vida.
A la orilla del lecho lo miraba con un poco de dolor, porque había comprendido que ese cuerpo con toda la semejanza exterior que yo siempre había reconocido como mío hoy era mi cadáver y los seres que lo rodeaban lloraban su muerte.
¡Oh! Gran verdad que recién aprendía: Yo estaba vivo y si se quiere con más vida que antes.
Angustiado pensé qué iría a ser de mí, ya que los del mundo que acababa de dejar no me reconocían ni me veían porque aún cuando seguíamos juntos, allí mismo, sin salir de la habitación algo muy grande nos separaba. Sentía congoja y miedo, un miedo aterrador de soledad y abandono, cuando una corriente vibratoria que no había percibido antes, me hizo volver la cabeza hacia donde venía y con gran alegría vi a mi querida madre a la que había perdido en mi niñez. Estaba muy hermosa, mucho más hermosa que antes de perderla, envuelta en una bellísima luz de un material todo fosforescente.
Me abrazó con mucho cariño y me dio la bienvenida al mundo espiritual al que yo acababa de pasar, pues me dijo que había sido designada para esta misión por haber sido mi madre en la tierra.
El terror y el miedo de antes se disipó, pues yo no estaba solo y comprendí que ella no me abandonaría en adelante. Ella, como adivinando mi sentir íntimo me dijo que sí, siempre que las Jerarquías Superiores se lo permitieran y, aunque no veía sus labios moverse, la comprendía perfectamente.
En ese instante sentí que un dolor muy intenso me invadía.. No era un dolor físico, no los que había experimentado antes, sino un dolor en el alma que iba intensificándose cada vez más. Mi madre me hizo una seña y abandonamos la habitación donde quedaron mis deudos atareados en los preparativos de los homenajes póstumos que iban a rendir a mis despojos.
Me di cuenta que ahora me era más fácil moverme pues las murallas y puertas no eran obstáculos a nuestro paso y aún a las personas las atravesábamos con facilidad sin molestias para ninguno.
El dolor lo seguía sintiendo agudo como una nostalgia y se acentuaba más y más a medida que avanzábamos en nuestro viaje. Con una rapidez de segundos hicimos un viaje de millas y pronto comprendí donde me llevaba mi madre y cual era el motivo de mi dolor. Ahí, frente a mí, estaba la mujer que yo tanto había llamado cuando intuía mi fin y a la que debía una compensación. Ahora la tenía frente a mí pero ella no me veía claro, presentía, pues mi recuerdo se intensificaba en ella.
Yo le hablé, la abracé y le expliqué mi nuevo estado, pero ella estaba cerrada y mi madre me explicó que aquella mujer tenía facultades psíquicas, pero no desarrolladas y era por lo mismo que no podía verme ni oírme. Todos sus órganos psíquicos estaban aletargados y talvez más adelante irían a desarrollarse cuando estuviera más purificada su alma. No sabía nada de mi enfermedad, ni menos de mi muerte. Yo le pedí a mi madre que le explicara a ella todo el cambio que yo había sufrido.
Comprendiendo mi dolor mi madre prometió que iba a buscar los medios de que ella lo supiera. La rodeó y al envolverla en unos de esos como tules luminosos ví que en ella despertó el deseo de comunicarse conmigo y apresuradamente salió en dirección al periódico al que yo, años antes, había pertenecido, a inquirir noticias mías, pues me creía en el norte como así le había informado yo tiempo atrás.
Nosotros, invisibles a sus ojos, la acompañamos y yo a un amigo común lo inspiré tal como lo había hecho mi madre con ella, para que fuese a su encuentro y le dijese la verdad de mi defunción, pues él ya había sido informado por teléfono de mi deceso. No creyó ella la noticia y pensó que era una broma de mal gusto pues me percibía vivo, puesto que yo permanecía a su lado y en realidad yo me sentía vivo, pleno de vida, no animal como antes sino una vibración de vida que era mía, que nunca terminaría y en la que se habían ido todas las molestias, achaques y dolencias propias de mi materia humana.
Ella me percibía vivo, no muerto. Era verdad, vivo estaba a su lado, pero no vivo al plano terrenal sino vivo en nuestra verdadera esencia, vivo en mi ser espiritual.
Ahora podía leer los resentimientos y pensamientos de los seres por medio de diferentes tonalidades que irradiaban de la misma persona que las emitía y que cambiaban de color según también iban cambiando las emociones y pensamientos.. Esta también era una nueva lección que estaba aprendiendo en mi nuevo estado de vida, a leer y conocer a los seres por medio de sus auras.
Me había separado yo de la que había sido mi envoltura terrenal y ya había aprendido tantas verdades que, si no hubiera sido por la congoja que me conmovía al percibir el dolor de los que amaba y que verdaderamente sentían mi desesperación del plano terrenal yo me habría sentido muy feliz, porque ahora vivía la verdadera vida. La vida de mi ser etérico, liviano, pleno de vibraciones que me envolvían como dándome baños de fuerza.
Me movía, veía y actuaba concientemente sin haberme apartado de la tierra, pero sintiendo que, aunque no me había alejado de ella, estaba muy distante e imposibilitado de comunicarme con los seres que eran queridos.
Y así fue como asistí a mis funerales. Escuché los discursos rimbombantes, muchos de ellos faltos de sinceridad. La máscara de dolor que se colocaron de acuerdo a las circunstancias la percibía en algunos de los que habían sido mis compañeros de labores, y que realmente sentían mucha alegría interna por mi desaparición del medio que íntimamente ambicionaban para ellos.
Ahora me daba cuenta claramente quienes me habían querido de verdad y quienes no.
Cuán engañado estaba yo antes, al creer en exteriores hipócritas y falsos.
Cuán engañoso es el mundo y sus vanidades ya que de poco sirve todo ello cuando despojado de todo lo que se cree propio se encuentra uno acá, tras el velo, en el mundo de los muertos, como lo llamamos en la tierra.
Una congoja infinita se envolvió en su arrepentimiento tardío. Qué no habría dado yo por volver y haber tenido la oportunidad de reparar mis errores, de haberlos borrado para siempre por medio de buenas obras, practicando las virtudes a las que antes daba el título de añeja moral.
Las Leyes Divinas son inflexibles y justas y dan a cada ser lo que merece y yo, que muy poco me había preocupado de mi crecimiento espiritual recibí en la justa Ley el grado que mi conciencia merecía pues, según el estrado de conciencia que se gana cuando le toca pasar al plano o mundo astral que tiene moradas divinas, llenas de gozo para las almas que avanzaron y supieron vencer sus pasiones egoístas, y también hay soledades sombrías, pobladas de almas errantes atormentadas, pues sus conciencias son sus severos y eternos jueces, muchas de ellas arrastrando todavía la pasión insaciable que las roe internamente hasta purificarlas y librarlas totalmente de ellas.
Y así empecé mi dura purificación astral ,sintiéndome vivo con el acicate de muchos aspectos pasionales (pues recordarán que al dejar la tierra yo contaba con 30 años no cumplidos) en un atormentador estado de conciencia que golpeaba a mi alma en el dolor por las víctimas de mi egoísmo y de todos los errores cometidos.
Me atraía por mis apegos materiales y pasionales al plano físico del que no me alejé, desoyendo los sabios consejos y exhortaciones de mi madre. Por afinidad y atracción recíproca, trataba de no apartarme de la que había sido mi mayor afecto en la tierra. Y cuánto la dañé con mi aberración, pues al acercarme a ella empañaba su destino envolviéndolo en mis propias sombras. Y así éramos dos almas purificándose una en un plano y la otra en el otro, pero ambas ligadas por el afecto que las unía.
El tormento de los celos egoístas mordía mi alma que aprovechaba las oportunidades que podía en los instrumentos que se me prestaban para torturarla y, así, haciendo comparaciones con el pasado me añorara más intensamente.
Con tantos sufrimientos y ayudado por los seres de Luz que se interesaron por mi bien, fui purificándome y mejorando en mi estado de conciencia, pues me fui despegando un poco de la tierra para atender a las lecciones que tenía que aprender de las Leyes Espirituales.
Al alejarme mejoré en parte el destino de mi amada, no total pues, como ser que iba a dar grandes pasos más adelante como Médium, tenía que pasar por pruebas purificadoras que la iban a preparar para el destino y misión que más adelante le abriría las puertas del conocimiento y la verdad.
El primer paso en el avance a mi progreso espiritual fue el desprendimiento de mi afecto egoísta a la que consideraba tan mía.
Antes, en mis sombras espirituales, la veía debatirse en el caos de su destino trunco en que yo la dejé por mi egoísmo. Desesperado quería ayudarla y como no poseía luz en conocimientos de las Leyes Espirituales sólo en mayores caos sumergía su destino.
Así fue que en un momento de debilidad de su espíritu, en un paroxismo de desesperación quiso poner fin a sus días en la tierra, cansada ya de tanto sufrir, e ingiriendo una fuerte dosis de oxicianuro de mercurio se debatió en un hospital entre la vida y la muerte durante varios días. Entonces fue cuando vi acudir a ella en auxilio, a sus Guías espirituales que más adelante, en su destino se acercarían a ella para desarrollarla cuando se hubiera ya purificado y librado de todo lastre pasional. A mi me retiraron de su lado y con infinito amor me instruyeron en Verdades que yo ignoraba y en un gran deseo de ser bueno, de ser útil, de hacer feliz a todos los que había dañado vibró mi alma en el Amor Universal y con ello las sombras que me envolvían se desprendieron de mi alma y me inundó una gran paz.
Había entrado a un plano más puro de conciencia y ahora estaba en condiciones de ser instruido y preparado para que más adelante pudiera ser útil como servidor en el Plan Divino de la Jerarquía Espiritual de la Humanidad.
Muchas etapas he trascendido paulatinamente a medida que me he hecho merecedor y que ellas han sido superadas por mi espíritu, sólo puedo deciros que sé, me queda mucho todavía que crecer, pues el camino de la evolución es infinito y tiene muchas etapas que deben ser superadas por el alma hambrienta de progreso espiritual.
De esa alma atribulada, oscura, envuelta en un enorme lastre pasional que dejó la tierra hace treinta y tres años ya no queda nada pues la Gracia Divina y la ayuda espiritual ha sido tan grande conmigo, que me fui desprendiendo de uno tras otro de todos los apegos materiales, pues los pasionales fueron vencidos totalmente.
Al alma a la cual estoy ligado por lazos espirituales, vencido para siempre todo afecto terrenal, la ilumino con mi Luz y la protejo para que a su vez sea ella luminaria en la tierra en el resto de vida que le queda, para todas las almas a quienes pueda guiar por el sendero del bien evitándoles por medio de su crecimiento interno las dolorosas experiencias post-morten que me tocó sufrir por mis errores.
Pues debeis saberlo y sacad el provecho de esta experiencia mía, que quien viva sólo para su cuerpo y para satisfacer sus apetitos y ambiciones de índole material, que recuerde que ese cuerpo un día tendrá que dejarlo y aunque dude de la veracidad en la existencia del más allá, quiéralo o no, dude o no, tendrá que llegar acá y enfrentarse igual que me tocó a mí, con el Tribunal Supremo, en donde su peor testigo será su propia conciencia..
No es una utopía lo que os digo. Día a día, minuto a minuto, de distintas edades, de diferentes sexos, están continuamente transmutando hacia este plano, corroborando una verdad. Sólo sois peregrinos de paso en la tierra y vuestra verdadera patria es la espiritual, puesto que sois espíritus envueltos en materia física prestada, que un día dejareis cuando hayais cumplido la misión por la que bajasteis a la tierra.
Ineludiblemente todos, sin excepción alguna, tenemos que pasar por el trance de la transmutación de un plano a otro y si esta verdad la poneis en duda admitiendo que sólo para vosotros existe la muerte y que no hay más vida que la que conoceis en el presente, si empeñados en esta aberración insistís en negar la existencia del más allá y la supervivencia del alma; ¡qué triste!. Qué oscuro porvenir le espera a la vuestra cuando os toque la hora final y os encontreis con el grave error vuestro , al veros con vida , pero sin vuestro cuerpo físico, arrepentidos pero tardíamente de vuestra testarudez y escepticismo porque ya nada podreis remediar. La negación de la Verdad no hace que esta deje un instante de existir. Y la negación de algo que no se ha comprobado es propio sólo de seres fatuos y pequeños. Porque el hombre sabio, cuando más sabe, es cuando menos sabe que sabe. La sabiduría, a medida que crece un alma y va adquiriéndola paulatinamente en su evolución espiritual es algo tan grande y maravilloso como una gota de agua en un océano o un grano de arena en un desierto. Así se siente un alma iluminada y bañada en la Luz y Sabiduría Divina, cuando llega a percibirla. Es tan superior lo Divino y tan pequeño lo humano, aún cuando el uno es parte del otro, como la gota de agua lo es del océano y el grano de arena lo es del desierto.
No mireis tan ligeramente la finalidad de vuestro actual destino, más que nadie vosotros, pues les tocará a muchos vivir la crucial época que pasará la humanidad con los cambios que están anunciados ya hace siglos por seres predestinados y que en distintas edades hablaron y dejaron sus profecías y videncias sobre la era actual.
Muchas de esas profecías ya se han cumplido y otras vendrán a sucederse en época próxima.
Recordad que sólo las guerras devastarán la tierra. Epidemias, cataclismos, grandes cambios atmosféricos y enfermedades desconocidas llegarán en respuesta a la fiebre de materialismo y recrudecimientos pasionales que se apoderará de los que no reconocen más ley que la del Yo, y la carne.
Muchos buscarán los caminos superiores, pero sin querer desprenderse del lastre pasional no podrán elevarse. El peso los atará a la tierra, pues sus pasiones serán más fuertes en ellos que su anhelo interno de crecer espiritualmente. Y así se formarán muchos títulos y subtítulos espirituales, pero la verdadera Luz en muy pocos será verdadera. Porque hay que tener en paz la conciencia, despojándose para siempre de lo que la mancha y con ella limpia y en paz, pretender ascender espiritualmente. Entonces, sólo entonces puede haber luz de Verdad..
Es tan propio del ser humano, no aprender por consejo ajeno, pero, si alguno de vosotros, en la vibración que dejase al escribir estas páginas, percibís mi íntimo anhelo de vuestro bien y de vuestra futura felicidad, más adelante, ya transpuesto el velo, nos reuniremos. Si mi vibración de Luz y Amor que a través de éstas páginas hoy las habeis percibido y creeis en lo que os digo y cuidando el futuro vuestro poneis en práctica mi advertencia y mi consejo, nos encontraremos acá, y en una felicidad que no tiene parangón con la humana viviremos instantes de iluminación Divina, Tú, por haber escuchado la voz de alerta de un alma que vibrando en amor Divino quiso salvarte y Yo, feliz por haber sido esa alma que te ayudó.

QUE LA PAZ DEL SEÑOR SEA PARA TI Y PARA TODOS VOSOTROS.

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