Datos personales

Concepción, Chile
Tengo 71años, jubilado hace 6 años,pertenezco a dos conjuntos folclóricos de la tercera edad, separado y en una relación seria reciente, 6 hijos, 6 nietos, 1 bisnieto.

Soy un Ingeniero Civil Metalúrgico de 70 años, amante de la Teosofia con algunas experiencias metafísicas.

domingo, 28 de octubre de 2007

MI PRRIMERA EXPERIENCIA CON EL MAS ALLÁ

MI PRIMERA EXPERIENCIA CON EL MÁS ALLA.
Me había separado. Mi esposa se había regresado a Concepción a 500 km de Santiago llevándose a mis tres hijas de 11-9 y 7 años más o menos. Vivía yo en una casa con 1200 metros cuadrados de terreno y unos 300 metros cuadrados construidos, con 12 piezas, un garage,7 dormitorios,3 baños, un antejardín de 66 metros cuadrados y unos 800 metros cuadrados de terreno como patio trasero. En el patio había un ciruelo, 2 limoneros, un damasco, un nogal,2 naranjos y un parrón de unos 20 metros de largo sobre una estructura de postes de madera de roble. Al fondo una gruta de la Virgen de Lourdes. Para matar el tiempo después de la hora de oficina y los días festivos y fines de semana planté además un caqui , un par de granados, un peral, un guindo y dos paltos. Cada año en su correspondiente estación, todos los árboles que había en la casa se cargaban de flores y frutos Los árboles que plantara yo comenzaron a producir, pero los frutos no eran todavía abundantes. Esta arboleda me daba un buen trabajo, pues parece que se tomaban todas las plagas del vecindario y yo debía desinfectarlos con una fumigadora manual de mediana potencia. En el otoño debía proceder a la poda y todo el año no debía descuidar el riego. Disfrutaba de la producción de fruta, la que me servía para mi consumo y me sobraba para repartir a las personas que se me acercaban. La casa tenía un gran hall de forma octogonal. Hacia adelante estaba la puerta de calle, una puerta de dos hojas y dos ventanas pegadas, con rectángulos de vidrios biselados. Atrás daba a un pasillo que permitía el acceso a tres dormitorios, dos a un lado y uno al otro lado Al fondo daba a la cocina y después de la cocina, tras un gran ventanal estaba el patio trasero. A un lado del octógono estaba el comedor. Al otro lado había una pequeña salita de teléfonos y que permitía alcanzar a dos dormitorios
En esa mansión me quedé viviendo solo, sin un pariente ni amigo. Solo con mi soledad. Seguramente mi espíritu debe haber estado preparado para soportar y sobreponerse a esta situación coyuntural dentro de mi vida. Después de volver del trabajo, me quedaba tiempo suficiente para descansar, para meditar, para escuchar música y para leer, además de jardinear y preocuparme de mi arboleda.
Fue así como comencé a introducirme en la lectura de temas humanísticos, para diferenciarlos de los temas matemáticos, físicos y químicos, que formaban mi especialidad de Ingeniería Civil Metalúrgica y que habían saturado mi capacidad de lectura hasta entonces. Comencé a leer las obras de Freud, de Fritz Perl, Erick Fromm, entre otros, que escribían sobre la psicología, los sentimientos, la naturaleza del amor, materias en las que nunca antes me había detenido a estudiar, limitándome simplemente a vivir, a sentir, casi como instintivamente.
Tenía en Santiago un hermano dos años mayor, con el cual nunca nos habíamos entendido. Aunque nunca habíamos peleado como para no hablarnos, por ejemplo, evitábamos participar en actividades comunes.
Mi hermano, pese a haber vivido junto a mi una vida paralela, con iguales oportunidades de estudio, pese a ser muy inteligente, dibujante innato, calígrafo, pintor, escultor, poeta, cantante y escritor, nunca terminó sus estudios universitarios como profesor de Artes Plásticas por lo que nunca pudo ejercer y hacer carrera como profesor de estado, contentándose con ser profesor de reemplazos en varios liceos. Su falta de solvencia se notaba por la calidad de su vestimenta y por la inclinación a vivir apegado a mi madre hasta una edad bastante más avanzada que lo normal, hechos que me sacaban de quicio. Pero no era una persona de malos sentimientos. No era vicioso ni era cruel, Por el contrario,. Era sumamente sensible, capaz de hacer un poema sobre un gato que se le cruzara o un pajarito que voló cerca de él. Me irritaba que, teniendo tantos dones innatos no le diera un efectivo apoyo a mi madre y que, por el contrario, fuese más bien una carga para ella.
No me sorprendí, por lo tanto, cuando se separó de su mujer. Si no le aportaba recursos a mi madre, probablemente menos lo hacía con su mujer, lo que seguramente explicaría el término de su matrimonio.
Esta circunstancia hizo que se me ocurriera ofrecerle mi casa para que se fuera a vivir en una de las tantas piezas vacías que yo tenía. Le ayudaría a solucionar su problema económico, a la vez que me serviría para hacer acto de presencia en la casa que permanecía casi todo el día desocupada. Ambos quedamos, en conjunto, felices con el acuerdo.
Tenía yo una empleada puertas afuera que me visitaba dos veces por semana, para mantener el aseo de la casa mientras yo trabajaba en la oficina, y un perrito, que me hacía creer que no estaba tan solo.
La convivencia resultó satisfactoria. La casa era suficientemente grande como para que ambos hiciéramos su vida sin estorbarse ni tocarse.
Poco tiempo después que mi hermano estuvo instalado en mi casa, me llamó una tarde para pedirme permiso para aprovechar la quietud de la vivienda, para efectuar una reunión de espiritismo con un grupo de sus amistades. Autoricé dicha reunión, ya que nadie más vivía en la casa que pudiera incomodarse. Mi hermano me invitó a sumarme, como dueño de la propiedad a esta sesión, a lo cual asentí más por la curiosidad de conocer a las amistades de mi hermano que por otra cosa.
Una tarde llegaron, en efecto, varias personas que se iban a reunir para dilucidar un asunto que los tenía consternados. Me explico: la hija de la cuñada de mi hermano pololeaba con un muchacho que tenía una hermana melliza que estaba casada con un uniformado de la policía. Esa hija de la cuñada de mi hermano estuvo con el matrimonio melliza –uniformado almorzando plácidamente en amable tertulia con ellos. Terminado el almuerzo se retiro del domicilio y cual no sería su sorpresa al ser llamada por teléfono tan pronto llegara a su casa, para se informándosele que la hermana melliza de su pololo, había fallecido recién, trágicamente por un disparo que saliera del revolver de su marido. Algo insólito. Nadie sabía a ciencia cierta cómo había sucedido el hecho. ¿Fue un accidente?, ¿Fue un suicidio?, ¿Fue un crimen? No había quedado claro. El uniformado quedo libre de toda culpa tras un corto juicio hecho por la justicia militar, pero la familia no estaba tranquila o convencida que el deceso hubiese sido accidental. Semanas más tarde una serie de sucesos fuera de lo corriente comenzaron a producirse a los parientes de la occisa, lo que les condujo a deducir que el espíritu de su parienta no estaba tranquilo y deseaba comunicarles algo. Así se fraguó el acuerdo de reunirse en una sesión de espiritismo para invocar al espíritu de la fallecida.
La sesión la presidió don José Luis Recard, entonces con un alto grado en la sociedad de parapsicología de Chile. Era además, funcionario del diario El Mercurio. No sé que cargo tenía en la organización del diario. Estaba también la hija de la hermana de la señora de mi hermano, y polola del mellizo hermano de la occisa. Estaba el mellizo vivo. Había además una amiga de mi hermano que tenía ciertas facultades psíquicas. Mi hermano y yo completábamos el grupo. Seis personas, todas adultas. Dos directamente relacionadas con los hechos por dilucidar, tres con facultades psíquicas por sobre lo normal y yo, un curioso como espectador por derecho propio, por ser quien prestaba la casa para efectuar la reunión.
Comenzó la sesión con una intervención oral del que presidía la reunión quien inspecciono toda la pieza elegida, buscó una mesa pequeña, hizo retirar todas las cosas que había sobre los muebles, pues su experiencia le enseñaba que a veces tales cosas salen disparadas como proyectiles por las fuerzas o seres del más allá, cuando toca o se introduce un espíritu poco amigable. Nos explicó los riesgos de estas sesiones, pues no se puede garantizar el éxito de la reunión, ni que se presente el espíritu invocado, existiendo siempre el riesgo de que se meta un espíritu no deseado, generalmente de mala educación y a veces agresivo. Después de esa introducción nos hizo sentar alrededor de la mesa, cada uno en su silla, con los pies abiertos (no cruzados), con ambas manos sobre la mesa, con ambas palmas sobre la mesa, tocándose las manos una con otra a través de los dedos pulgares. Con los dedos meñiques traslapándose con las manos del compañero de cada lado, hasta formar un círculo completo sin cortarse en ningún punto.
Comenzó José Luis invocando varias veces el nombre de la persona objeto de la reunión. Fijó además el código de comunicación que se usaría en la comunicación. Un golpe en la mesa sería SI y dos golpes en la mesa sería NO. Al cabo de una concentración no superior a un par de minutos la mesa se movió un poco.
José Luis Recard.en adelante JLR ¿: Hay algún espíritu presente?
Espíritu( en adelante E) Sí. La mesa que debe haber pesado unos 10 kg se levantó de un lado y cayó pesadamente en las tablas del suelo produciéndose un estrepitoso golpe que indicaba inequívocamente que si lo había.
JLR: En tu última encarnación te llamaste xxx (no recuerdo en este momento el nombre de la persona invocada)
E: Si
JLR: ¿Estás tranquila en el lugar donde estás?
E: Sí.
JLR: ¿En el momento de desencarnar estaba el arma en tu mano?
E: No
Todos los asistentes nos miramos, sorprendidos, sin mover las manos. !Parece que fue crimen! pense yo. Pero no dije nada. Estaba un tanto fascinado al ver cómo la mesa se levantaba como una media cuarta para caer una vez por si o dos veces por no. Si todas las manos estaban arriba de la mesa con las palmas hacia abajo era imposible que alguien pudiera usarlas para levantar la mesa. Por otro lado yo trataba de pisar la mesa empujando hacia abajo y la fuerza que levantaba la mesa era tan grande que no pude oponerme a que se levantara una y otra vez.. Tampoco pude levantar la mesa con las rodillas o levantar la mesa por levantamiento de los talones. Me tuve que rendir ante la evidencia de la existencia de una nueva fuerza, de tal magnitud que era capaz de levantar una mesa empujada hacia abajo por todas las manos que estaban arriba.
Siguió preguntando JLR
JLR: ¿Fue crimen?
E: No
JLR: ¿Fue accidental?
E: Si:
JLR: ¿El arma fue gatillada por ti?
E: No
JLR: ¿Fue gatillada por él?
E: Si
JLR: ¿Estaban peleando?
E: No
JLR: ¿Estaban forcejeando?
E: Si
JLR: En carácter de juego?
E:Si
JLR: ¿Guardas resentimiento para con tu marido?
E: No
JLR ¿Lo amas aún?
E: Si
De pronto la mesa comenzó dar golpes fuera de lo acordado. Golpes no tan fuertes como los anteriores pero repetidos.Como lo hace alguien al golpear una puerta para que le abran pero unos 10 golpes o más en vez de los clásicos tres o cuatro. Aquí tomo relevancia la experiencia de José Luis que al parecer ya tenía experiencias anteriores de sesiones de espiritismo.
JLR: !Mensaje! Dijo. El espíritu quiere dar un mensaje para uno de los presentes. Averigüemos para quien:
JLR: ¿El mensaje es para un hombre? (Habíamos cuatro hombres y dos mujeres)
E: No
JLR ¿Es para la polola de tu hermano?
E: No
Quedaba claro que era para la otra dama, amiga de mi hermano y con ciertas facultades psíquicas?
JLR: ¿El mensaje se lo darás de inmediato?
E: No
JLR ¿Se lo darás otro día?
E: Si
Aquí no quedaba claro cómo iba a ser el tipo de comunicación y no era lógico autoconvocarnos par una nueva reunión. Por lo demás quedaba claro que el espíritu no quería que su menaje fuera de dominio público sino una comunicación personal y privada.
JLR: ¿Será por escritura automática?
E: Sí.
JLR: ¿En su casa?
E: Sí
JLR: ¿Con lápiz de mina?
E: Si
JLR: ¿Será mañana?
E: No
JLR: ¿Será pronto?
E: Si
Bueno. Ya estaba cumplido el objetivo de la comunicación y había sido sumamente relevante lo expresado por el espíritu. Seguramente el militar cuando llegaba del trabajo para almorzar se sacaba el cinturón con la cartuchera y el envoltorio con el arma y habitualmente los tiraba sobre la cama mientras estaba en la mesa para compartir con los suyos. Al término del almuerzo, nuestra amiga se despidió para irse a su casa tras haber pasado una grata velada con el matrimonio en que se rieron y compartieron sanamente. Tras irse ella, y habiendo terminado de almorzar el matrimonio, correspondía que el se colocara de nuevo su arma en el cuerpo para volver a sus labores habituales en el cuartel donde trabajaba. Fue entonces cuando el matrimonio manipuló de alguna manera el arma y esta se disparó, sin que hubiera voluntad de hacerlo por ninguna de las dos partes. Quizá jugando forcejearon por unos instantes y quizá el arma fue gatillada sin voluntad de hacerlo.
Se despejó la gran duda que tenía mortificada a toda la familia. No había habido crimen alguno. No había que pedir más diligencias periciales ni iniciar juicio en contra del marido. Este era inocente, pues a diferencia de lo que sucede entre los humanos "Dios nos juzga por nuestras intenciones y no por nuestros actos". Esta última frase la he acuñado yo tras años de presenciar la mala calidad de la justicia terrícola, llena de injusticias. Si una madre roba en un supermercado algún alimento para darle de comer a sus hijos, pues no tiene recursos, la ley terrícola la cataloga como ladrona y castiga el hecho, sin importar el móvil, el que puede ser totalmente justificable a los ojos de Dios. Por el contrario, si el dueño del supermercado etiqueta todos sus productos con un holgado margen de comercialización que le permite enriquecerse en corto tiempo como para llegar a tener una cadena de supermercados, y todo eso a costa de robarle a toda la población gran parte de sus sueldos, para los ojos de Dios es un ladrón, mientras que para los ojos de los hombres es un próspero comerciante.
Tras cerrar la reunión con el espíritu, no recuerdo como fue el remate del diálogo, nos servimos un café y tratamos de relajarnos de la tensión nerviosa en que nos sumió este episodio.
Yo estaba consternado. Pese a estar sentado en una silla de cuatro patas, con todo el peso de mi cuerpo en ella, durante el desarrollo de la sesión en varias oportunidades la silla tendía a levitar conmigo encima y tuve que hacer esfuerzos por mantenerla en el piso para que no flotara, como la sensación que uno siente cuando va sentado en un bote y el bote se mueve con el empuje de las olas del mar, sin que podamos controlar esa fuerza externa. No cabía en mi asombro. Por primera vez tenía pruebas de la existencia del alma de las personas, las que no desaparecen después de la muerte de su cuerpo. Ellos siguen presenciando nuestro quehacer diario tras su muerte y existen formas de comunicarse con nosotros, aunque este no sea un diálogo permanente y sólo existan unas pocas personas que tienen permiso divino para hacerlo, o cualidades dadas por Dios a unos pocos humanos, pues de acuerdo con la parábola de los talentos no a todos Dios nos ha dado los mismos talentos, las mismas cualidades, los mismos conocimientos o las mismas aptitudes. Pero cuando haya que rendir cuentas, entonces Dios nos pedirá cuentas conforme a los talentos que nos haya dado a cada uno de nosotros. Allí estará su justicia.
Sentí, por otra parte, una profunda admiración por mi hermano a quien yo, hasta ese día, miraba despectivamente por no haber sido capaz de hacerme el peso en los estudios y en los logros materiales alcanzados y me enteré que existía un mundo insospechado el cual recién comenzaba a atisbar, como un regalo que me hacía mi hermano, para que no fuera tan materialista. Había otros valores más trascendentes que todo lo material que hasta ese momento había sido el objetivo de mi vida. Prometí comenzar a investigar este campo desconocido hasta ese momento. Reconocí ser tan pequeño como persona tras ignorar un campo tan vasto como lo es el conocimiento de cómo continua la vida en el más allá. Me sentí satisfecho de haber colaborado en esta buena obra que llevó tranquilidad a una familia y que resolvió en un par de horas un puzle policial que en manos de la justicia habría tardado meses o años, sin garantía de llegar a la verdad. Me pregunté por qué no se utilizan estos métodos cuando se está investigando cada caso policial Se avanzaría mucho más rápido y seguro que con las pericias policiales. Pero saltaría más de una Iglesia oponiéndose a todo contacto con la vida en el más allá o con molestar a los espíritus. Tenía por delante una nueva tarea, un nuevo desafío. El dominar el conocimiento reservado para algunos y ponerlo al servicio de los demás, sin lucrar. Lo que Dios da, no se puede vende ni comercializar. Debe ser dado gratis, pues es Dios quien es el dueño de esos talentos y nosotros podemos llegar a ser, con su consentimiento, simples instrumentos divinos. Este fue mi primer contacto con el más allá,el primero de muchos otros...
MPC/mpc/21.02.07

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