Datos personales

Concepción, Chile
Tengo 71años, jubilado hace 6 años,pertenezco a dos conjuntos folclóricos de la tercera edad, separado y en una relación seria reciente, 6 hijos, 6 nietos, 1 bisnieto.

Soy un Ingeniero Civil Metalúrgico de 70 años, amante de la Teosofia con algunas experiencias metafísicas.

martes, 17 de abril de 2007

LOS SENTIDOS DEL HOMBRE

LOS SENTIDOS


A todos, desde pequeños, nos han inculcado el paradigma que los sentidos con los cuales podemos tomar consciencia del universo que nos rodea son 5 y que las dimensiones del espacio son tres. Me costó muchos años el convencerme, a través del discernimiento, que tanto las dimensiones como los sentidos con los cuales nos relacionamos con nuestro entorno no son tres ni cinco, sino más.
Por ejemplo: Para que dos aviones choquen en el espacio o en una cancha de aterrizaje es preciso que tengan las mismas coordenadas con respecto a un punto de referencia(la caseta de control por ejemplo). Sin embargo dos aviones pueden pasar por el mismo punto sin chocar a condición que pase uno primero y el otro después. Estamos en presencia, pues de una nueva dimensión que es el tiempo. Aún más, mientras un punto del espacio sea observado en instantes diferentes, la temperatura puede que haya variado, como llega cada día a nosotros el calor del sol haciendo evidente la existencia de una nueva dimensión. Las variables que hay que fijar, entonces, para definir un evento no se limitan solamente al largo, ancho y alto. Debemos también considerar el tiempo, la temperatura y podríamos considerar otras variables o dimensiones, como por ejemplo los niveles de radiación recibidos en rayos gama, rayos X, cósmicos u otro tipo de radiación o nivel de magnetismo.
El tiempo lo definimos como pasado, presente y futuro, pero esta es una dimensión relativa que depende del punto de observación y del origen donde situemos el origen de las coordenadas para medir las distancias. Me explico.
Supongamos que vamos en el interior de un vehículo en movimiento, un tren, por ejemplo, y sacamos la cabeza por la ventanilla. Todo lo que nuestros ojos puedan ver y fijar en nuestro cerebro como visto constituye nuestro presente. Lo ya visto, un puente, una casa, un sembrado recién dejado de ver representa nuestro pasado. Una estación una vaca otro sembrado que aún no hemos visto, pero que estamos a punto de ver en unos instantes más representan nuestro futuro. Pero para otra persona, que va en el techo del tren, mi presente, mi pasado y mi futuro próximos, son simplemente un solo presente, pues, desde su ubicación los ve simultáneamente, aumentando el ángulo de percepción con respecto al mío. El piloto de un avión tiene un punto de visión todavía más amplio, pues está a mayor altura y para él es presente todo lo visto desde el tren o desde el techo del tren en un lapso de tiempo relativamente corto. Para los espíritus que pueblan el espacio, el pasado, presente y futuro pueden ser vistos o percibidos por ellos como un solo presente. Para Dios, que está colocado más allá, más alto aún que todos, todo es presente. Los espíritus pueden ver nuestro pasado y nuestro futuro en su presente y, si tienen la oportunidad de poder comunicarse con nosotros los vivos, a través de los mediums, pueden perfectamente leer nuestro pasado o ver nuestro futuro próximo y transmitírnoslo, sin que sea este un acto sobrenatural, sino difícil de comprender para la mayoría de los humanos. Somos nosotros los que no nos explicamos cómo pueden ellos adelantarnos algunos acontecimientos a ser vividos por nosotros en un futuro inmediato. Para Dios, todo es presente y sabe antes que nosotros todas nuestras necesidades y como van estas a ser cubiertas.
En cuanto a los sentidos, debemos definir primero qué vamos a entender por sentidos. Desde chicos se nos inculca que son cinco: olfato, vista, tacto, oído y gusto. Hoy yo no opino así. Durante años acepté esta propuesta como cierta por el solo hecho de habérseme enseñado así. Hasta que decidí emplear el libre albedrío y razonar, llegándome a convencer de lo siguiente:
Si definimos por sentido a cada uno de los conductos de nuestro organismo por medio del cual percibimos las características del medio inmediato alrededor de nosotros, podemos afirmar que los sentidos nos permiten sentir tanto las sensaciones como las emociones. Entre las sensaciones tenemos: la vista, el oído, el olfato, el tacto y el gusto. Se debe agregar también el sentido del equilibrio, el de la clarividencia y el de la telepatía . Estos últimos los tenemos todos, pero algunos los tenemos poco o nada desarrollados. El sentido del equilibrio nos permite permanecer erguidos convenientemente. Nos damos cuenta que perdemos el sentido del equilibrio, cuando nos enfermamos del oído medio y no nos podemos mantener de pie pues nos vamos al suelo. También se pierde el equilibrio, parcialmente, en los últimos años de vida. Se pierde parcialmente, como la vista. Casi todos, quedamos algo cortos de vista con los años o algo sordos. Los ancianos se caen muy fácilmente, les cuesta caminar. Podríamos decir que nos vamos quedando cortos de equilibrio al igual que cortos de vista. El oído medio, no obstante puede fallarnos a una edad relativamente temprana y hacernos perder la capacidad de permanecer erguidos. Nos caemos o debemos permanecer permanentemente en cama. Los animales, por tener este sentido no desarrollado deben andar en cuatro patas, lo que les garantiza mayor estabilidad. Casi todos tenemos atrofiados los sentidos de la clarividencia y de la telepatía. Algunas personas lo poseen levemente desarrollado, lo que les permite sobresalir de los demás al tener varios aciertos que les hace más fácil sobrevivir. A ese sentido a veces le llamamos intuición. Otras veces nos sorprendemos cuando a un ser querido le sentimos o le logramos transmitir alguna idea, concentrándonos en ella. ¿Acaso en la edad del amor no tenemos algo de telepatía con nuestra pareja? Si el hombre pudiera leer la mente de sus prójimos este mundo sería muy diferente. No se necesitaría detectives, ni policía, ni fuerzas armadas, ni podría haber comerciantes. Todos sabrían que este último está mintiendo en los precios de compra y venta. No habría hambrientos. Todos sabríamos quien posee una necesidad real y ésta quedaría satisfecha de inmediato. En una humanidad así, no tendríamos cabida nosotros. Sería una humanidad en otra escala de valores. Son sentidos que todos tenemos latentes, pero no sabemos cómo desarrollarlos.
LA VISTA:
La humanidad que percibimos es una percepción propia. Nosotros vemos en una razón que arbitrariamente le hemos llamado como “uno es a uno” . Si tomamos por ejemplo una lupa de 2x o de 10x, podemos ver detalles no visibles a ojo desnudo y eso nos permite cambiar nuestra opinión de lo que pensamos con respecto a las cosas observadas, pero simultáneamente, dejamos de ver todo el entorno al concentrar toda nuestra atención en un campo más reducido. El subir el aumento a 50x, a 100x, a 500x a 1000x y hasta 10000x nos permite conocer mundos insospechados, vidas desconocidas, como la de los microbios, hongos o bacterias. Permite descubrir remedios, vacunas. El microscopio electrónico alcanza a aumentos de 10000 o más, por lo cual el hecho de ver en la razón de 1 es a 1, sólo nos permite formarnos una visión muy particular de nuestro entorno. Por otra parte el mirar con un telescopio nos permite mirar hasta las estrellas. Si colocamos los aumentos con que podemos percibir el mundo con ayuda de lentes, en una línea continua, la visión uno es a uno, o normal para nosotros, quedaría representada por la intersección de dos rayas siendo una de ellas de largo infinito. El punto de cruce con la línea infinita sería nuestra capacidad de ver. Prácticamente vemos muy poco, casi nada. La materia, por ejemplo, está compuesta de átomos y bien sabemos que en cada átomo, el espacio vacío representa casi la totalidad del volumen que ocupa. ¿Cómo entonces vemos las cosas como macizas? Ni siquiera vemos todo lo que existe, pues no somos capaces de ver los rayos x, los rayos gama, los rayos ultravioletas, los rayos infla rojos, los rayos cósmicos o las ondas sonoras, entre otras cosas. Sólo nos percatamos de su existencia por sus efectos, ya sea porque impresionan la placa fotográfica o nos quema la epidermis. La luz es una transmisión de energía a través del éter y ésta está compuesta por ondas de diferentes longitudes, como lo demostró Newton al descomponer la luz al hacerla atravesar un prisma y encontrar el arcoiris. Otros investigadores, mediante experimentos lograron determinar la presencia de ondas luminosas más allá del espectro visible por ambos lados del arcoiris, los rayos infrarrojos y los ultravioletas.Haciendo un gráfico con los tipos de las transmisiones ondulatorias podemos crear la siguiente escala de longitudes de onda, de las cuales el rango visible corresponde no más que una emisora frente a un dial completo de las radioemisoras.
El gráfico quedaría como sigue:

.000000000001 cm………………………………………..rayos cósmicos
.0000000001 cm ……………………………………….rayos gama
.00000001 cm ……………………………………….rayos X
.000001 cm ………………………………………..rayos ultravioletas
.0001 cm ………………………………………. Rango visible
.01 cm ………………………………………. Infrarrojos
1 cm ………………………………………..
100 cm ………………………………………ondas de radio cortas
10.000 cm ………………………………………ondas de radio largas
1000000 cm ……………………………………….ondas de corriente
alterna de 60 ciclos

Banda de radiación o espectro electromagnético

Sólo algunos dicen poder percibir el aura de las personas de la cual hay evidencias desde los primeros cuadros pintados de figuras sacras. Tampoco somos capaces de percibir el mundo de los espíritus, pero intuimos su presencia porque conocemos algunos de sus efectos. No podemos decir entonces que vemos todo lo que existe o como realmente es.

EL OIDO
Es otro de los sentidos con lo cual percibimos el entorno. Pero ¿Qué escuchamos dentro de nuestro rango audible? Si consideramos que el rango audible por el oído humano esta comprendida entre los 16 y los 16.000 Hertz (Hz). Sabemos, por los instrumentos que hemos construido, que existen sonidos que perciben los animales pero que para nosotros no son audibles. Los infrasonidos , de frecuencia inferior a 16 Hz y los ultrasonidos que pueden llegar a los 1.600.000 Mega Hertz (mil veces superiores).Si un Hz equivaliera a un milímetro el rango sonoro sería de 1600 metros de los cuales sólo sería audible para el oído humano 1,6 centímetros. Con los sonidos no audibles somos capaces de explorar las soldaduras de los metales o el cuerpo humano (ecografías) construyendo aparatos ultrasónicos de laboratorio.
Esto equivale a decir que, el rango audible se puede considerar a penas una emisora dentro de un dial. ¿Podemos decir entonces que sólo suena lo que escuchamos o que escuchamos todo lo que suena? Por cierto que no. Entre nosotros , a un metro de distancia, existe miles de emisoras transmitiendo música, noticias, llamadas telefónicas etc. que para nosotros son desconocidas salvo que contemos con un sintonizador de AM, de FM o un teléfono portátil. No por que nosotros no las oigamos esos sonidos no existen. Si nos empeñamos en creer que sólo suena lo que oímos estaremos muy lejos de la realidad. La percepción del medio más cercano es propia del género humano, pero muy limitada.

EL TACTO
La temperatura que conocemos que existe está dentro del rango menos 273 grados Centígrado hasta temperaturas muy por sobre los 10.000 grados Centígrados que se suelen producir dentro del arco eléctrico o formar la luz de los astros que llega hasta nosotros. Sin embargo, nuestro cuerpo sólo es capaz de percibir temperaturas sobre cero grados ya que bajo esa temperatura se destruyen las células y bajo 37 grados centígrados, ya que sobre esa temperatura la piel se quema. Un rango de 37 grados entre 10.000 o más es también como una emisora dentro de un amplio dial. Sabemos que existen a través de instrumentos o por sus efectos, pero no podemos percibirlas directamente por el tacto o contacto directo con la piel.

EL GUSTO Y EL OLFATO

Si limitados son los sentidos anteriormente mencionados, más limitados son aún los sentidos de, gusto y del olfato. Sólo podemos degustar u oler una pequeña parte de las cosas, ya que gustos u olores muy fuertes llegan a destruir nuestros órganos sensores. No podemos oler o degustar ningún ácido, por ejemplo. Tampoco podemos degustar las cosas muy picantes, saladas , ácidas o básicas. En cuanto al olfato, hay animales cuyo olfato es superior al de los humanos y los usamos para detectar drogas. Otros animales lo usan para encontrarse en mundo y aparearse, salvando entre ellos enormes distancias.

EL EQUILIBRIO

Este sentido nos permite mantenernos erguidos cuando nos movemos e interactuar con el medio que nos rodea y solo nos percatamos que existe cuando lo perdemos total o parcialmente.




LAS EMOCIONES

También corresponde incluir dentro de los sentidos a las emociones, pues son una reacción de nuestro organismo a la acción del medio. Por ejemplo: Si nuestro organismo siente un ruido muy fuerte o desconocido, no sólo lo mide en un instrumento en milibares, sino que además sentimos mayor o menor miedo y eso nos permite arrancar y ponernos a cubierto. Entre las emociones podemos distinguir el amor, el miedo, la angustia, la alegría, la pena, el odio, la ira y la piedad o caridad.(se habla de sentimientos, reconociendo implícitamente que son detectados por los sentidos).

LOS SENTIDOS PARAPSICOLOGICOS

Entre ellos podemos distinguir la mediumnidad, la telepatía, la telequinesis, la precognición, la clarividencia, la intuición y otras características presentes en mayor o menor grado en algunas personas, mientras que la gran mayoría carece de estos sentidos, o al menos no tiene consciencia de tenerlos. Digamos que de una capacidad total de 100% de estos sentidos, quienes tienen conciencia de poseer al menos uno de ellos, con algún grado de desarrollo, no supera el 1%.


Por las razones anteriores nuestra mente debe estar abierta a reconocer que no podemos percibir todos los acontecimientos que se desarrollan a nuestro alrededor. Hay fenómenos inexplicables para nuestros sentidos y a esos fenómenos solemos llamarlos milagros o fenómenos extra sensoriales. Si bien a veces no conocemos las causas, al menos conocemos los efectos. No vemos los rayos X, pero sabemos que existen, pues sensibilizan la placa fotográfica. No vemos los rayos ultravioletas, pero vemos los estragos que realizan sobre nuestra piel. No oímos ciertos ruidos, pero vemos que los perros u otros animales si los escuchan y reaccionan.No vemos los espíritus, pero a veces nos penan. No vemos a nuestro ángel de la guarda, pero con toda confianza nos encomendamos a él y nos sentimos protegidos. Si tan limitados son nuestros sentidos…!Cómo existen personas que se permiten criticar y cuestionar la existencia de Dios y criticarlo pretendiendo ponerse de este modo por encima de Él.
MPC/mpc 14.03.2007

jueves, 5 de abril de 2007

CUENTO DEL MÁS ALLÁ: FU-LI

FU-LI

Shangai, ciudad cosmopolita, exótica y pintoresca, siempre cambiante en tus múltiples aspectos con que atraes a los viajeros que fascinados te contemplan. Siempre desee conocerte. Uno de mis sueños juveniles fue viajar y sólo al escuchar tu nombre quedose en mi tal anhelo. Te soñaba como eres, lejana, extraña, exótica, misteriosa, atrayente, como atrae la mujer hermosa, prometedora en la mirada y en la sonrisa, pero esquiva e inalcanzable y siempre lejana y ausente como saben serlo sólo las verdaderas sirenas del amor.
Así te imaginaba, con tus calles cosmopolitas, cambiantes y matizadas de coloridos en idiomas y razas que se entremezclan, haciéndote por lo mismo más exótica y pintoresca. Nunca pude cumplir mi sueño mientras estuve en el plano físico y ahora, por compromiso de fraternidad espiritual , véome obligado a hablar de ti, deambular y desentrañar en el arcón, grabado en la memoria de la naturaleza, la historia de uno de tus hijos.
Para Tiengchú, su máxima ambición era tener un nieto varón, pues ahora él se había entregado enteramente al estudio de la sabiduría y era un discípulo de Lao-Tsé y le agradaba enteramente la filosofía de Confucio. Por lo mismo deseaba volcar todas esas enseñanzas en un alma joven, tierna cual plantita que empieza a echar sus brotes y así guiarlo lejos del mundo, hasta que su alma floreciera en ricos aromas espirituales y diera frutas útiles en dulzores para el alimento de las almas que en el transcurso de su existencia le tocaría apoyar. Él deseaba este discípulo en un nieto varón..
Papá Tiengchú era muy amado en el seno de su familia, la que no había sido numerosa, pues sólo había tenido dos hijos. El varón había muerto a los pocos años de nacido y había quedado sólo la mujercita. Ahora que ésta había llegado a la edad del matrimonio, había sido desposada según las costumbres de su raza, por un joven emparentado a ella.
Albergaba el íntimo deseo que su hijo perdido le fuera devuelto en este nieto que se esperaba y, regocijándose solo, se tejía las más hermosas ilusiones. Pero ¡cuánto dolor sufrió papá Tiengchú cuando, llegada la fecha del alumbramiento, en lugar del nieto varón que él soñaba, pudieron sus ojos contemplar una delicada y diminuta nievecita. La pequeña nievecita parecía como si supiera la gran desilución que con su llegada inesperada causaba a su abuelo. En ese instante en que él la miró desilusionado, abrió sus rasgados ojillos y lo miró con una larga mirada como en una promesa conciliadora que sólo Tiengchú comprendió y una luz iluminó su corazón y amó a esta criatura aún cuando era de otro sexo al deseado por él. Había un hilillo invisible que ya ligaba sus destinos o diremos mejor, sus almas. Dedicose él a cuidarla desde ese día, con abnegación y cariño, transcurriendo los tres primeros años de su nietecita. En esa época azotó a la población una gran epidemia, que se ensañó más con el barrio donde vivía Tiengchú con toda su familia. La epidemia que muchas vidas cegó, no respetó la casa de Tiengchú quien, con dolor, vio partir a su fiel compañera, y también cayó el marido de su hija bajo la guadaña de la muerte.
Tiengchú temió por la vida de los que se habían salvado, y como él pertenecía secretamente a una secta espiritual que profundizaba la sabiduría oculta, huyó a las inmediaciones del Tíbet, con su hija y nieta, dejándolas colocadas en lugar seguro donde estarían tranquilas y cuidadas. Luego de quedar tranquilo respecto de su seguridad, se puso en viaje a la sagrada ciudad de Lhasa a comunicarse con sus maestros y pedir amparo y guía para los que amaba. Le fue revelado, entonces, que en pocos años más vería partir a su hija y él, sólo, sería el indicado a preparar a su nieta, para que fuera ésta verdaderamente la llamada a dar un hijo que sería un iluminado divino y así se cumplirían sus más caros anhelos..
Mam-Tsú , que así se llamó su nieta, creció bajo los cuidados de su abuelo y fue instruida por él en la sabiduría oculta que practicaba, en el máximo que le fue posible por su condición de mujer y de niña, ya que a los doce años fue entregada a la que iba a ser su suegra, ya que según costumbres de su raza fue destinada a un joven adolescente, por el acuerdo llevado a cabo por las familias de ambos contrayentes. Tres años tenía que vivir Mam-Tsú al lado de su suegra la que tenía la obligación de completar sus instrucciones como ama de casa y como esposa sumisa y obediente como correspondía a una joven de casta. Mam-Tsú era inteligente y bien dotada por la naturaleza. Se captaba el cariño y afecto de cuantos la trataban, y muy especialmente de los miembros que compondrían su nuevo hogar. Y así fue llegada la hora en que fue desposada por el elegido de su abuelo y Mam-Tsú amando tanto al que dejaría para cumplir su su voluntad, en todo sumisa a ella, pidió en sus rezos y votos a sus dioses, le fueran propicios y bendijeran su vientre concediéndole en maternidad un hijo varón, tan deseado por su abuelo. Y Mam-Tsú fue escuchada en sus oraciones. Ese día en casa de Chang hubo mucha alegría, pero más grande la tuvo Tiengchú cuando supo el sexo del recién nacido. Ël había tenido una revelación en sueños, sabiendo que el recién nacido sería un iluminado. El recién nacido recibió el nombre de Fu-Lí, como eran los deseos de su abuelo materno. El pequeño era de contextura física delicada y débil. Los cuidados y atenciones de su madre, que velaba constantemente por él ahuyentaban los peligros para esa vida que luchaba por afirmarse y salir triunfante.. Fueron pasando así los primeros años en esta lucha, y así en lo débil que era en lo físico, acusaba una inteligencia clara y un espíritu fuerte, muy inclinado a la observación de todo lo que le rodeaba, pues todo era para él motivo de curiosidad y estudio. Al cumplir los 7 años Fu-Lí cayó postrado de una grave enfermedad, fiebres largas e intensas aquejaban su débil cuerpecito y hubo instantes en que se temió por su vida, pero este espíritu fuerte, en su debilidad corporal supo sobreponerse a los peligros y pronto entró en una franca convalecencia. Durante ella y aún en los momentos de gravedad, Fu-Lí percibía melodías celestiales que arrobaban su ser escuchándolas, creyendo que lo que él oía era común a todos. Le preguntó a su madre si ella escuchaba estas sinfonías tan hermosas. Mam-Tsú atribuyó estos estados de su hijo a consecuencias de su enfermedad en alucinaciones de su cerebro, débil por la fiebre. Para Fu-Lí esto era una maravilla, pues seguía escuchando cada vez más nítidamente y una poderosa necesidad germinaba en su alma, en el deseo de darle forma en un instrumento musical, volcando en el todo el raudal melódico que bullía en su interior. Pidió a su madre le buscara un instrumento musical, pero no fue escuchado por creer que era parte de su enfermedad. Cuando ya pudo levantarse, el niño, empujado por su inquietud interna buscó el instrumento. Ante el asombro de los suyos, que lo escuchaban ejecutaba con maestría y pureza todas las sinfonías que internamente oía. Su fuente de inspiración no se agotaba y él, feliz, se reponía rápidamente del precario estado físico , como si la música fuera la panacea de salud que necesitaba su organismo.
Tiengchú fue llamado y traído del templo donde se recogía en su ancianidad, para entregarse de lleno a la meditación en su progreso espiritual, pues se deseaba consultarlo sobre las anormalidades de Fu-Lí, que si bien les encantaba con su música, les tenía alarmados por lo poco corriente en otros niños de su edad éstos fenómenos. Fu-Lí en su amado abuelo tenía una ilimitada confianza y le abrió su alma y con ella todos sus secretos anímicos. Le pidió le trajera otros instrumentos musicales que él conociera, siendo complacido en todo por Tiengchú. Y el niño los dominó con la misma perfección que el primero que habían tocado sus manos. Su abuelo puso en poder del niño prodigio todos los instrumentos conocidos por él, y Fu-Lí continuó asombrándolos porque en todos volcó melodías de extraordinaria belleza musical.
Se le llevó ante maestros consagrados los que reconocieron unánimamente encontrarse ante un prodigio inexplicable para sus mentes, pues Fu-Lí tocaba con mayor virtuosismo que ellos mismos, arrancando a los instrumentos notas de belleza casi extra terrena para los oídos humanos, dejando perplejo a su auditorio.
Tiangshú, sabía , por los conocimientos ocultos de que era portador , cual era la facultad de su nieto que producía este fenómeno, pero calló estos secretos a los oídos profanos y feliz en su espíritu, gozó internamente y elevó preces a sus divinidades por haberle concedido en progenie un iluminado así.
Continuó Fu-Lí su educación en largos períodos al lado de su abuelo en su recogimiento de allá, en las altas montañas, lejos del mundo y con su abuelo completó su educación, preparando su alma a conocimientos muy profundos en sabiduría. Siempre de contextura un poco débil, pasó por nuevas crisis, repitiéndose el fenómeno de la primera vez, variando sólo que, a cambio de las melodías de antes ahora eran matices y colores en variadas formas, las que Fu-Lí percibía sintiendo la necesidad como antes de darles forma y volcarlas al pincel.
Su abuelo y confidente de anteriores fenómenos le proporcionó los medios cuando su estado físico se lo permitió. Y el adolescente regaló la vista y la exigencia de los más experimentados pintores, con paisajes e inspiraciones de gran belleza. La música no dejó de ser para él fuente de inspiración, sólo que ahora añadía un nuevo deleite a su excelso espíritu, bondadoso, compasivo de alma, todas sus inspiraciones reflejaban motivos que aún a los endurecidos de sentimientos al contemplar sus pinceles y escuchar su música, sentían elevar su alma y abrirse al amor y a la ternura. Repetíase como en le pasada experiencia todo igual, pues Fu-Lí al proporcionarle la paleta y los pinceles, volcó a los lienzos.
Y pasó un tiempo más. Según el sensitivo cultivando su espíritu en la sabiduría profunda, en los conocimientos universales y en los ratos de recreo y expansión volvía, ya a la música, ya a la pintura, para dar un descanso a su mente . Bruscamente, después de un largísimo período de salud, en el que hizo creer a todos en el completo equilibrio de ella cayó en una nueva postración, con las mismas características anteriores. Hubo instantes de verdadera alarma para los que amaba, pues se temió por su vida, pero nuevamente el joven fue rec8perándose, y al volver al mundo de la conciencia, como si regresara de remotísimas regiones, traía un nuevo tesoro, un presente más, y como anteriormente le había pasado esta vez su cerebro era una máquina numérica de una total exactitud.
Los números no tenían secretos para él y las combinaciones numéricas más variadas le arrojaban conocimientos ocultos de mucha Luz en la búsqueda de la verdad. El ser un gran matemático añadía un don más a su cultivado espíritu.
Corto fue esta vez el período de salud que pudo gozar Fu-Lí , porque una mañana lo encontraron sin conocimiento, como en un trance, sin que fuera posible sacarlo de el, porque la inconciencia era completa. Su abuelo no se inquietó por ello, pues ya estaba acostumbrándose a estas crisis, y fue él quien tranquilizó el ánimo de su madre.
Despertó Fu-Lí al tercer día completamente restablecido y una luminosidad en su rostro y mirada, que antes no le conocían, le daba una belleza a su rostro casi angelical. Sus manos eran casi transparentes, casi inmateriales y al contemplárselas Fu-Lí descubrió que de ellas emanaba una corriente desconocida que tenía los matices del arco iris, que se volvía más intenso el color en el extremo de sus dedos, Preguntábase qué sería aquello. Embebido en la contemplación de este fenómeno, no sintió la proximidad de un anciano monje que sufría desde largos años una enfermedad incurable que la ciencia no había podido sanar. Se había acercado al joven para preguntarle por su estado de salud, cuando, obedeciendo al impulso ajeno a su voluntad Fu-Lí tocó con sus dedos los órganos enfermos del monje, el cual sufrió como una descarga eléctrica que lo aturdió. Al irse recuperando de ella y volviendo a su estado normal, con gran sorpresa para ambos descubrieron que una gran vitalidad invadía paulatinamente al anciano monje, desapareciendo con ello las dolencias que lo aquejaban. Se había realizado una milagrosa curación al contacto de sus manos. El joven sensitivo no recuperaba su aplomo habitual, asombrado al descubrir el poder curativo de sus manos y deseó internamente, si este fenómeno era un nuevo don, no le fuera retirado para así poder aliviar a la humanidad sufriente en dolencias y enfermedades físicas, haciéndose el voto de dedicarse enteramente a esta labor de dar salud a todos los que la habían pedido Deseó comprobar si acaso hubiera sido sólo una obra de casualidad u obediencia a otra ciencia, la curación que se había realizado ante sus ojos.
Decidido, alejose de las ciudad internándose en los barrios en donde la miseria y el dolor tienen su asiento seguro. La enfermedad era la reina de esos lugares y tanto como mujeres y niños reflejaban en sus rostros macilentos y entristecidos, los estragos de ella. Fu-Lí , de su Divina Protección e invadido tras una profunda compasión ante el sufrimiento ajeno, fue colocando sus manos, que se iluminaban más y más a medida que los enfermos recibían los fluidos de ellas y al penetrar esos fluidos en sus organismos, la vitalidad y salud invadía completamente sus cuerpos.
Y en ese, su primer día de curación fueron muchos los enfermos que recibieron la salud a través de este maravilloso don.
De todos los dones recibidos anteriormente, este fue para Fu-Lí el más preciado pues su alma comprendía que había empezado su misión verdadera, para la cual había bajado a la tierra, aliviar el dolor de los seres que sufrían. Desde ese día en adelante no dejó pasar ni un día sin que hubiera, en amorosa caridad derramando de sus manos el bálsamo de salud que poseía.. Las oportunidades se multiplicaban cada vez más, pues la fama de sus prodigios circulaban por todas partes y como los que sufren son los que más abundan en esta tierra, sus pacientes aumentaban cada día más.
En muchas ocasiones, el joven taumaturgo vio pasar las horas de alimentación para su organismo, sin acordarse siquiera que él las necesitaba. El mayor de los portentos se verificó en si mismo.
Su naturaleza física, que hasta hacía poco le había dado tantas preocupaciones a sus familiares por lo delicada y enclenque se fue robusteciendo en y fortaleza y las crisis que hacían peligrar su vida desaparecieron totalmente, saturando de vitalidad y salud todos sus órganos físicos. El cansancio no lo conocía y jamás sentía agotamiento.
Era tal la felicidad que su alma sentía, al proporcionar alivio a otros, que constantemente su alma se transportaba en arrobamientos divinos, en agradecimientos a tanta dicha recibida. La misma felicidad envolvía a Tiangchú, que experimentaba la satisfacción de ver realizados todos sus sueños premonitores que le anunciaron el portento de nacer en el seno de su familia, un privilegiado e iluminado ser.
A la Corte Imperial llego también la fama de Fu-Lí . La emperatriz reinante vio en el joven médico la salvación de la vida de su pequeña hija, quien padecía de una enfermedad desconocida que minaba su pequeño cuerpo. Muchos habían sido los médicos llamados a la cabecera de la real enfermita, con infructuosos resultados, pues se había consultado a las eminencias médicas de más fama, tanto en el país como en el extranjero, y medicina de todo sistema y variedad se le habían aplicado sin resultado positivo alguno, pues para el dolor de sus padres ella iba agravándose cada día más hasta llevar a la desesperación a su madre que tanto la amaba.
Y en esos momentos de desaliento, llegó al Palacio Imperial la fama del milagroso médico que por el fluido portentoso de sus milagrosas manos desaparecían todas las enfermedades, aún las más incurables, que eran azote de la humanidad. Un rayo de esperanza iluminó a la atribulada madre que en ese aspecto era igual que todas las madres. Rogó al Emperador, su esposo mandara buscar al famoso taumaturgo que tanta fama tenía..
El Emperador no participaba del mismo optimismo de ella, pero, como mucho la amaba, como igualmente a su pequeña hija, mandó a un mensajero a buscarlo, quien partió inmediatamente al refugio lejano donde se encontraba Fu-Lí.
Abuelo Tiengchú no vio con buenos ojos el alejamiento de su nieto, pero en el ruego de aquel real mensajero había una orden imperial. El joven pidió la bendición de su madre y abuelo y con un poco de congoja en su alma en un presentimiento que ya no los volvería a ver en esta tierra otra vez, púsose en camino con el séquito real, que por orden imperial había acompañado al mensajero que le había venido a buscar.
Llegados que fueron al palacio real, lo condujeron a la habitación de la real enfermita sumida en un letargo que restaba esperanzas por su vida.. Y un nuevo milagro se sumó a los muchos ya realizados por él, pues el pequeño organismo de la princesita empezó a recuperarse rápidamente en salud, vitalidad y alegría desapareciendo para siempre la enfermedad que antes la había postrado.
La alegría en el palacio era general. El mismo Emperador, que antes con escepticismo había acogido las peticiones de su esposa, estaba asombrado, y un agradecimiento para el joven médico llenaba su corazón de padre. Y Fu-Lí fue nombrado médico de palacio no permitiéndosele regresar al lado de los suyos.. Para el joven taumaturgo empezaban las pruebas más grandes de su destino , las tentaciones del mundo y de la carne. Fue rodeado de lujos, diversiones y halagos. Los cortesanos rastreros y ambiciosos vieron en su amistad y protección, el escalón que necesitaban para el logro de sus planes. Era el favorito de la corte y había que aprovechar la oportunidad también de de hacerse gratos a los ojos del Emperador, por su intermedio. También la envidia solapada se desencadenó en contra del joven médico y los más encarnizados enemigos para él surgieron entre los médicos que antes que él habían ocupado el sitial que ahora suyo era, aunque reconocían la superioridad, sabiduría, poderes y conocimientos que era poseedor el joven sabio. Al principio Fu-Lí rechazó las tentaciones que se le ofrecían y trató en lo posible de vivir la vida y practicar música que en la sagrada ciudad de Lhasa , al lado de su abuelo, había dado la norma general de su vida. Intuitivamente presentía un peligro y quería contrarrestarlo. Pero estaba determinado en los planos superiores que fuera su alma probada. Y fue así como poco a poco, los mismos que lo odiaban por envidia, juraron perderlo e insidiosamente le acercaron verdaderas huríes en belleza femenina, danzarinas perfectas en sus artes, que se le brindaban en amorosos ofrecimientos. Todo lo que era practicado para ahuyentar el hastío humano se le ofrecieron en múltiple diversidad, más no conseguían conmoverlo, hasta que llegó, traída de lejanas tierras la sacerdotisa de un templo diabólico, consagrada al Kalí, la diosa de la perversión y la crueldad. Esta mujer poseía toda la belleza satánica con todos los atractivos para enloquecer a todos los incautos que caían en sus redes. Sin alma ni compasión por nadie, usaba de sus artes sólo para cumplir la misión de la secta a la que fuera afiliada y que la utilizaba en sus planes egoístas y perversos. Y dos fuerzas antagónicas y satánicas, angélica celestial que era Fu-lí, y la otra maléfica y poderosa que era Kanya, la mujer serpiente como se le llamaba. Ella empezó su trabajo desplegando todas sus artes, sus encantos y todos sus atractivos realzados esta vez al máximo para atrapar entre sus redes, como la serpiente magnetiza al pajarillo, al joven médico de tanto prestigio y fama sobrenatural.
. Y, desgraciadamente, sucumbió a ella adentrándose en él una poderosa pasión que fue absorbiéndolo poco a poco para así, más adelante, anularlo totalmente, como era la orden que Kanya tenía que cumplir. Todos los placeres creados por la fantasía humana fueron gustados y paladeados por Fu-Lí en brazos de ella. Le dio a conocer todos los paraísos artificiales y todas las perversiones de los placeres carnales, que en ella eran un arte, y fueron debilitando la voluntad del joven médico quien se olvidó de sus principios morales y puros inculcados por su madre y amado abuelo en su niñez y adolescencia.
Y a medida que su alma se hundía en la ciénaga de los vicios y perversiones mundanos, fueron perdiéndose sus facultades ganadas en las crisis de sus desarrollos espirituales. La puerta de la inspiración divina, de cuya fuente recibía Fu-lí la luz que iluminaba en música, pintura y en el poder de curación que había recibido a raudales en la época de su pureza se iba cerrando poco a poco y sólo de vez en cuando llegaban pequeños destellos para él.
Al ver Kanya la tristeza que en su amante producía la pérdida de sus divinos dones, guiada por sus diabólicos planes, insinuó a Fu-Lí que recurriera al opio, en cuyas ondas de fuerzas le serían abiertas de nuevo las puertas de la inspiración.
En su desesperación, Fu-Lí obedeció, creyendo en la seguridad que su amada le daba.
Al principio volvió, el joven médico, transportado a este nuevo paraíso artificial que le enseñaba a gustar su amante, a percibir engañosos espejismos, parodia de sus perdidos poderes, que le hicieron creer en la recuperación de ellos. Pero este sutil veneno sabía adueñarse de sus víctimas, pues cada día le exigía mayores dosis de el para poder gustar del engaño de creerse el poderoso taumaturgo de antaño. Su vitalidad radiante de meses anteriores fue minándole con este enemigo mortal. Fu-Lí ya no vivía más que para estarse tendido con la pipa en sus labios absorbiendo el veneno que lo sumía en los ensueños paradisíacos que tanto le atraían.-Rehusaba todo alimento que no fuera este y solo vivía para absorber de la boquilla el humo que le anulaba la voluntad, la conciencia, la que al igual que su cuerpo vivía en una modorra total..
Borráronse para siempre el recuerdo de su querido abuelo, de su amante madre, de las enseñanzas puras que ellos le inculcaron, la sabiduría que había aprendido en la práctica de las virtudes que tanto adornaron su alma. Todo el pasado se esfumó en la conciencia y recuerdo de Fu-Lí.
Llegó a olvidar a su amante a la que reemplazó totalmente por la pipa cargada de opio, la que constantemente le era renovada por Kanya, cumpliendo la orden de destruirlo y anularlo totalmente en sus mágicos poderes.
Fu-Lí ya no era ni la sombra del joven médico que un día no tan lejano había llegado radiante de vitalidad y pureza a la corte. No era ni la sombra del que había sido, tanto físicamente como espiritualmente. Su cuerpo macilento y debilitado por la droga se había reducido a la mitad de su peso normal. Al contemplarlo, se veía sólo a un hombre envejecido, sin voluntad ni alegría.
Dejemos a Fu-Lí entregado a sus vicios y saliendo del plano físico en el que se encuentra y asistamos a una conferencia o juicio que se verifica en planos más sutiles.
Hay un consejo de ancianos, venerables todos ellos. Ostentan un círculo luminoso que los circunda totalmente. Visten túnicas blancas. Son doce en su totalidad, todos hermosos y radiantes de algo tan excelso y divino que no se les puede mirar demasiado sin tener que bajar los párpados. Uno de ellos, talvez el que representa menos edad, expone la defensa de un ser o alma, al que defiende, que es a quien se juzga. Pide perdón para su defendido, por medio de la purificación en oportunidad al arrepentimiento, en mérito a las buenas obras realizadas anteriormente a su caída, por su vida de pureza anterior. Pidiendo para esa alma el permiso de ayudarlo imprimiéndole mayor fortaleza espiritual, que lo levante de su frustración anímica y sostenga el camino de purificación necesario para su salvación.
El juicio falló a favor de la causa que él defendía y se concedieron amplios poderes a favor al éxito de la redención del alma de su defendido. Y éste iluminado ser, desprendiéndose de sus moradas divinas, descendió a la tierra y llegó donde Fu-Lí, que seguía sumido en el marasmo indolente de la droga que era su dueña.
Este celestial visitante era el guía espiritual de Fu-Lí, que haciendo uso del poder otorgado , aplicó en el organismo de Fu-Lí en la región del epigastrio, el germen de una enfermedad desconocida en la época de estos acontecimientos y muy en boga ahora. El terrible y doloroso cáncer.
Invisible a los ojos de su discípulo empezó su misión de reconquistar su alma a los caminos superiores, de los que había sido apartado por los instrumentos del mal, entre ellos la sacerdotisa Kanya.
Allá lejos, en las regiones Himaláyicas, un anciano había entregado su alma al juicio divino, en los brazos de su nieta, que con amor y cuidados había velado por él hasta cerrarle sus ojos.. Este anciano era Tiengshú y ella Mam-Tsú. Abuelo y madre de Fu-Lí respectivamente..
La separación de su discípulo y nieto, fue para Tiengchú la prueba más dolorosa de su vida. Era lo que más amaba en la tierra, sintiéndolo arrancado a las fibras más sutiles de su alma y desde que el joven había partido llamado a la corte Imperial y no había vuelto, ya en sus sueños, ya en sus largas meditaciones, lo veía alejándose cada vez más de él e intuía, en su entrañable afecto hacia él los abismos de perdición en que el joven había descendido.
Mam-Tsú tuvo sueños horribles y si no hubiera sido por el deber de cuidar a su anciano abuelo, hubiera volado a la capital, a defender a su hijo amado, al que en sus sueños siempre veía rodeado de serpientes. Mam-Tsú callaba sus presentimientos por no ver sufrir a su abuelo, el que ella veía desde la partida de Fu-Lí languidecer paulatinamente, sumiéndolo en una honda melancolía, Ambos oraban por el que amaban y sus preces se elevaron a los Planos Divinos, siendo oídos en su favor, y en razón a ellas se realizó el juicio para el alma de Fu-Lí.
Su guía espiritual patrocinó su causa, logrando la oportunidad de salvarlo en mérito a las buenas obras que anteriormente había realizado. pero como al que más se le ha dado más se le exige, el había recibido mucho y su caída había sido desde un sitial muy alto. Iba a ser, entonces, muy severa la sanción que se le aplicaría para su purificación.
Y empezó el proceso de desarrollo de la enfermedad de Fu-Lí, intensificándose cada día más los dolores que al agudizarse no le permitieron siquiera sostener en sus labios la pipa cargada de opio, dolores que fueron también llegados por el mismo mal. Al principio de su enfermedad Fu-Lí recurrió a otras drogas y dobló las dosis de opio para así calmar los dolores, pero ahí estaba, aunque invisible, su guía espiritual vigilante, el que los intensificó más e inutilizó los efectos calmantes de las drogas, impidiendo por medio de agudísimos dolores el utilizarlas. Y así Fu-Lí pudo volver poco a poco a la realidad. El no poder más recurrir a ellas su conciencia completamente despierta, le hizo ver el abismo en que había caído su alma, atenazada por el remordimiento y la nostalgia de su pureza y de la paz que había gustado anteriormente.-
Arrepintiose profundamente en lo más íntimo de su alma y con sinceridad repudió todo lo que anteriormente él había encontrado sus delicias, e hizo el voto invocando la protección de su guía espiritual que invisible ante sus ojos, pero ya sin alejarse de su lado por inspiración, lo persuadió a que fuera lejos, a las montañas, lejos del mundanal ruido y se hiciera un ermitaño en una vida que le sirviera para purificarse de sus vicios y pecados con los que tanto había manchado su alma.
Con el apoyo espiritual de su guía, aprovechando la oscuridad de la noche y el olvido de sus enemigos que ya lo creían perdido para siempre en la ciénaga de la perdición, se alejó de la Corte y saliendo de la ciudad con vacilante paso por la debilidad en que se encontraba físicamente, pero espiritualmente mas fuerte pues ya no estaba solo ya que su guía lo acompañaba y alentaba internamente y al haberse despojado todo el pasado de vicios y podredumbre moral, sentía internamente liberado del monstruo que lo había tenido aprisionado.
Y empezó una nueva etapa para él, volviéndolo a una vida pura, en contacto con la naturaleza, alimentando su cuerpo sólo de raíces y frutos que ella daba. Bañando su cuerpo en el agua clara, cristalina que de las montañas más altas bajaba, meditando y orando en el más profundo arrepentimiento fueron pasando los días, semanas, meses y aún años, hasta que un día, recuperada su vitalidad perdida y estando en meditación profunda, internamente recibió que había sido perdonado porque su oído y vista psíquica había empezado nuevamente a recibir la iluminación y con ella empezaron a volver a él los divinos poderes que por errores pasados había perdido. Comprendió al recuperarlos cuán valiosos le eran, un tesoro que había recuperado y que no tenía parangón con otro en la tierra.
La salud totalmente completa no le fue otorgada, dejándole el cáncer que roía su estómago con periódicos y agudísimos dolores, los que él pidió a insinuación de su guía para que le sirviera de purificación por sus pecados.
También volvió a él el don de la curación que fue una inagotable fuente de dicha, por lo que con ello podía cumplir la misión para la que había bajado a la tierra que era la de aliviar el dolor de sus semejantes en abnegación al servicio del amor.
Y desde arriba, de Diversos Planos le proporcionaron la oportunidad de cumplirlo. Empezaron a llegar hasta su lejano refugio de la montaña los que eran víctimas del dolor, en enfermedades que los torturaban. Oportunidades a centenares se le multiplicaban a nuestro místico ermitaño. La noticia que había un ser que por maravilloso don daba la salud a la que la habían perdido, sin costo alguno, sin remuneración de ninguna especie, movió a muchas personas que sabedoras de sus divinos poderes llegaron hasta su refugio.. Gozoso Fu-Lí al haber recuperado su luz perdida la daba ahora a raudales sin egoísmo alguno. Olvidándose totalmente de si mismo veía pasar las horas entregado de lleno a la misión de dar. Las horas de descanso para su cuerpo se aliviaban porque primero para él estaban sus n hermanos que sufrían y él no podía negarse a ninguno hasta verlos contentos y dichosos recuperarse de sus dolencias. Y cuanta felicidad sentía su alma inundada de amor universal al socorrerlos.
Si los seres egoístas, fríos e indiferentes ante el dolor humano supieran qué tan grande es esta dicha del alma caritativa que la experimenta, verdaderamente, como una paradoja podríamos decir, por egoísmo harían el bien sólo por sentir esta felicidad. pero para ello hay que amar sin distinción alguna y hay que hacerlo por impulso interno, nacido en el llamado Divino del Amor Universal, pero esto sólo lo sienten las almas grandes que, cual flores espirituales, pueden abrir sus corolas al sol del Amor Divino. Y fueron pasando los años, y en total una década y continuamos viendo a nuestro ermitaño, incansable siempre, con vertido en una fuente de salud, de Amor , de consuelo para todos y como el que da recibe en la justa ley de compensación , Fu-Lí recibía cada día en iluminación y poderes divinos para derramarlos en sus almas , hijos , los que sufren , los que penan en sus lacras , ya físicas , ya morales.
Un día de frió y crudo invierno , en que las nieves cubrían los caminos que conducían hasta su refugio , se acercó hasta él una anciana mujer que había sido curada por él , pero esta vez no para ella , puesto que gracias a él gozaba de salud. Era para pedir por una infeliz mujer que , aquejada de un mal incurable había pedido albergue él la aldea de donde ella vivía. Las almas caritativas que en el vivían se abrieron generosas para brindárselo , pero cuando se dieron cuenta cual era la enfermedad que padecía, se habían apresurado a despedirla , nos sólo de sus casas si no también de la aldea, por temor a ser contagiados de tan horrible mal. Y esta anciana condolida con el dolor que infunde la desgracia ajena le buscó un refugio en una cabaña destruida y abandonada en las afueras , distante de la aldea . Allí la dejó tirada en unos jergones que la reunió , con las ropas hechas jirones que cubrían las llagas de su cuerpo , esperando solo la muerte que viniera a liberarla de tanto dolor , pero hasta ésta se mostraba indiferente y cruel para con ella , dejándola presa del terrible mal que iba lentamente carcomiendo su cuerpo y convirtiéndolo en una masa informe , perdiendo toda forma humana en la completa podredumbre .
Pero la anciana en su caritativo corazón recordó el poder de quien la había sanado a ella , y decidida y con una fe inquebrantable en la curación de esta desdichada , encaminó sus pasos h asta la gruta del místico ermitaño . Al terminar la anciana su relato Fu-Lí , que desde los lejanos días en que había abandonado el mundo , sus vanidades y pompas y arrepentido se había refugiado en las montañas , nunca más había vuelto a salir de ellas , sintió como una fuerza que lo empujaba a salir para auxiliar a esa infeliz mujer que padecía tan horrible mal. Caminaron sin despegar los labios , atravesaron valles , llanuras y otras aldeas , antes de llegar a su destino . Cuando ya se acercaban al final , divisando la choza destruída , la anciana guía despidiose de Fu-Lí , pues no deseaba ser vista por sus coterráneos que le habían prohibido acercarse a ella , para no llevar el contagioso mal a la aldea .
Nuestro ermitaño encaminose hacia la choza . Al principio sus ojos no podían distinguir en esa masa de podredumbre a un ser humano , pero él poseía una desarrollada vista espiritual y con ella penetro las tinieblas que envolvían a la infeliz y ¡Oh, horror ¡ Ante él estaba la que lo había empujado al vicio , a la degradación moral , la belleza amada , por la que había caído y perdido su pureza , convertida ahora en un gusano viviente , carcomida por la lepra , flagelo divino , de la justicia de Dios , para los que ensoberbecidos en el pecado se olvidan de sus divinas leyes .
Fu-Lí lloró en lo íntimo de su alma por esta mujer que el antes tanto había amado en la pasión de la carne , por que su alma era el fiel reflejo de su cuerpo. Hedía pestilente y horrible en una fealdad aterradora . En medio del doloroso castigo divino no se arrepentía de su pecaminoso pasado , de crápula y toda clase de bajezas morales , que ahora en castigo en la justa ley de consecuencia se había atraído. Reflejaba en su exterior la lepra que gangrenaba su alma .
Esto era lo que más apenaba a Fu-Lí quien en el fondo de su espíritu elevo preces a la Divinidad , pidiendo por la redención de esta alma y su salvación , ofreciendo en holocausto a ello su propia vida en innumerables sacrificios , que desde ese mismo instante empezó a cumplir para expiar en si mismo la faltas horrendas que había cometido esta mujer . Fu-Lí fue escuchado y aceptado fue su sacrificio y, cargando sobre sus hombros con este montón vivo de carne agusanada, se encaminó con ella a la montaña que era su morada, donde le construyó una cabaña para cobijarla y cuidarla, recibiendo de parte sólo burlas e insultos. Pacientemente, con sus continuos ayunos y oraciones, fue ganando esta alma a Dios, y a medida que mejoraba su alma en el arrepentimiento y dolor por haber sido tan mala, su cuerpo fue mejorando también en salud, recuperándose poco a poco hasta restablecerse totalmente.
El asceta místico no perdía su tiempo instruyéndola en la sabiduría profunda del alma, por los caminos de Dios, y llegó un día a quedar completamente sana de alma y cuerpo, ganando ahora en carnes y belleza, no demoníaca como antes, sino en belleza mística de pureza y luz.
En ella ganó a su mejor discípula, paciente, humilde, despojada para siempre de sus pasiones cual demonio aprisionado en su alma en el pasado del que se avergonzaba y arrepentía profundamente. Comenzó una vida de oración, penitencia y recogimiento sirviendo a su Maestro en todos los seres que venían a él, en busca de protección y ayuda.
Un día que ella se había internado en la montaña en procura en frutos silvestres que eran el alimento de ella y su Maestro oyó unos balidos quejumbrosos de un animal herido y, con peligro para ella de despeñarse, hiriéndose en las zarzas, bajó a una barranca rescatando a un cervatillo que herido sólo esperaba la muerte.
Fue tanto el amor y compasión que sintió por el animalito que, recordando los dones y poderes de su maestro, lo invocó desde el fondo de su alma para que con sus poderes Divinos le ayudara para salvar el animalito herido. Sintió que una fuerza sobrenatural la inundaba llenándola de gozo y con un inmenso amor de protección pasó sus manos en las heridas del maltratado animalito y ¡ Oh ¡ ¡Sorpresa ¡ Vio que la vida inundaba de nuevo este cuerpo para quien momentos antes sólo la muerte era su sentencia. El amor Divino, Universal que unifica a todas las criaturas, había hecho el milagro.
El cervatillo, como si por instinto supiera esta verdad, sintiéndose sano saltó de sus brazos para retozar contento por la pradera y como demostrándole su agradecimiento volvió a su lado posando su cabeza en su regazo. Besolo ella amorosa uniéndolos un invisible lazo de amor. Luego se puso en marcha de regreso a su cabaña, contando feliz, cargados sus brazos de flores y frutas con que la madre naturaleza había premiado generosa el gesto de amor para con uno de sus hijos, quien iba tras de sus pasos siguiéndola como un hijo a su madre.
Llegado que hubo a los pies de su Maestro, contole gozosa lo acaecido en la selva y mostrole al cervatillo que hasta allí la había seguido. Con esto vio Fu-Lí que su obra estaba terminada y que esta alma salvada por él en el Amor Divino ya nunca más se apartaría del sendero de Luz y Amor en que la dejaba. Comprendiendo que su vida tocaba a su fin, pues así lo había ofrecido por su salvación pues ahora la gracia Divina moraba en ella, diole por orden de su guía espiritual todos los conocimientos que le fueran útiles y necesarios para que ella, como discípula espiritual, continuara su misión aquí en la tierra dirigida por el alma de él desde los planos espirituales en que pronto ya iba a morar. Ella ahora entregada del todo a los caminos de perfección, puso el mismo empeño que había puesto antes para la maldad, en aprender y llevar a cabo la labor encomendada por su salvador y Maestro. Un dolor inmenso, eso si, sentía en su alma por la próxima partida de Fu-Lí de este mundo, la que no ignoraba porque era para ella la luz que la iluminaba y fortalecía en este mundo de las tinieblas y tentaciones pecaminosas y porque presentía la soledad en que quedaría. Y aún cuando no deseaba dejar translucir sus sentimientos no le era posible ocultar el dolor que la envolvía.. Había desarrollado una gran sensibilidad psíquica que la perturbaba, pues tenía ella que deshacer en este plano o mundo terrenal, todo el mal que en su pasado de pecado había hecho y sentíase débil sin la presencia de su Maestro y Salvador.
Esto era parte del Karma ley divina que no podía eludir y comprendiéndolo así, Fu-Lí deseó ayudarla por lo que pidió para ello permiso espiritual para dejarle uno de los dones que él poseía. Y una vez más fue escuchado su ruego, permitiéndole que le transmitiera el don de la clariaudiencia, pero sí, sólo de los planos más elevados y sutiles, porque por medio de este don quedarían sus almas en conexión más directa para que él pudiera seguir guiándola y confortandola en el peregrinaje que a ella le tocaría todavía recorrer en este mundo.
Y en una noche de plenilunio en el octavo mes del año, Fu-Lí entregó su alma al Juicio Supremo de su Hacedor y Divino Juez.
Su alma ha seguido a través del tiempo y del espacio, dando su protección y su luz a muchas almas, igual como guió a su protegida y discípula, la que a la muerte de su Maestro y en honor a su memoria, formó una escuela con sus enseñanzas que a muchas almas salvaron e iluminaron con la luz de este taumaturgo, mago e iluminado que fue muy humano en muchos aspectos cuando la tentación lo hizo caer en las redes, pero también Divino por la fuerza e intensidad de su amor sublime que dio a raudales a la humanidad sufriente que hasta él llegó en demanda de auxilio..
Me fue pedido en fraternal cooperación que escribiera sobre este espíritu sublime que se llamó Fu-Lí . He tratado de daros el mejor retrato que he podido copiar de él y de su vida. Humildemente reconozco no ser yo el mejor instrumento para ello y pido perdón si he incurrido en alguna torpeza. Sólo os puedo decir que en muchas oportunidades he tenido que recurrir a él directamente para que me ilumine mejor.
Parece inverosímil y fantástico lo que os he referido, pero os lo digo, que no me he apartado ni un ápice de la verdad.
Estas son almas y vidas exepcionales que pasan por el mundo dejando su estela de Luz y muy pocos la ven, pues la humanidad tan hundida en la ciénaga del materialismo que al mirar hacia arriba no puede ver el azul del cielo por lo que no acepta que pueda existir igualmente en el mundo, seres, almas, como nuestro iluminado Fu-Lí y que solo pertenecen a la fantasía. Para ellos no puede existir por que no captan las sublimidades de su espíritu.
Yo sólo me he concretado a narraros esta excepcional vida, y si la gracia Divina ha tocado vuestra alma y habeis recibido un chispazo de ella, y en las páginas que habeis leído os han llegado las vibraciones de este sublime espíritu, yo me doy por muy feliz y os deseo que ese chispazo de Gracia Divina se haga un sol de iluminación para vosotros y con ello mi misión ha cumplido su objetivo.
QUE LA PAZ Y LUZ DIVINA SEA HOY Y SIEMPRE CON VOSOTROS.
Mpc/mpc 04.04.07